MUNDOVIERNES 19 DE FEBRERO 2016
La estrategia de Irán para sortear la Ley de Prevención a la Financiación del Terrorismo
El régimen persa planea un sistema para canalizar fondos al grupo terrorista Hezbollah. La norma congela los fondos que se detectaron pertenecientes a la organización
El primer ministro libanés, Tamam Salam, se reunió con el ministro de Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, quien inició una visita de dos días al Líbano durante la cual se espera que se reúna con parlamentarios libaneses, según la cobertura del canal de televisión Al Manar, favorable a Hezbollah.
Esta visita se produce luego de la firma por parte del presidente Barack Obama de "la Ley de Prevención Internacional sobre la Financiación Terrorista", que tiene como foco especialmente al grupo Hezbollah y a un grupo de personas vinculadas al partido milicia chiita libanés; por otro lado, es casi contemporánea con el levantamiento de las sanciones económicas contra Irán.
La ley es una herramienta útil en cuanto al congelamiento de fondos que se detectaron pertenecientes a la organización y a varias personas vinculadas a Hassan Nasrallah –líder de Hezbollah– luego de los operativos de la DEA de semanas pasadas.
Sin embargo, Zarif pidió a los oficiales de Hezbollah que no se preocupen por ella ni por las manifestaciones del presidente Obama en su intento por privar a Hezbollah de dinero y financiación a nivel internacional, ya que el descongelamiento de activos y el levantamiento de sanciones en favor de Irán harán que Teherán pueda continuar con su asistencia al grupo, del cual es el patrocinador financiero con cientos de millones de dólares.
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La posición de ministro iraní de Exteriores muestra claramente que Irán está manifestando una conducta contraria a la lucha contra el terrorismo y perjudicial al Estado libanés legaly que los chiitas del Líbano críticos de Hezbollah se han convertido en los grandes perdedores de la política internacional.
Mientras en las capitales europeas extendieron la alfombra roja para las visitas del presidente de Irán, Hassan Rohani, y firmaron acuerdos con él por miles de millones de dólares, los banqueros libaneses –sin un gobierno que fije las reglas y cuide sus finanzas– volaron a Washington para pedir dinero prestado para sostener la economía del país, que se encuentra en franco desplome.
Los bancos del Líbano son los más antiguos y han sido los más competentes de Oriente Medio en los años 50. En el pasado, cuando los comunistas y los socialistas árabes derrocaron a gobernantes ricos de Egipto, Irak y Siria, los propios gobernantes y la élite financiera de esos países árabes depositaban y ponían a salvo su dinero en los bancos libaneses. Eran "años dorados" para el Líbano y eso sucedió entre 1958 y 1975.
Como señala el diario libanes Daily Star en una extensa nota en idioma inglés sobre las finanzas actuales del Líbano, con el final de la guerra civil libanesa en 1990 y luego de los Acuerdos de Taif, los bancos financiaron los planes de reconstrucción del gobierno, y el crecimiento del PIB del país trepó a niveles sin precedentes.
Aun durante los 29 años de ocupación y saqueo del Ejército sirio en Líbano, las políticas conservadoras y las herramientas financieras de los bancos libaneses protegieron a sus inversores de la burbuja inmobiliaria mundial y la gran recesión de 2008. Los bancos libaneses también se beneficiaron de la inversión de una diáspora rica y pujante que continuó invirtiendo en el país, que hoy se encuentra entre los diez primeros del mundo en materia de ingreso de remesas de dinero del exterior.
A pesar de la inestabilidad regional, los bancos del Líbano han estimulado en la diáspora la compra de bonos con los que el Gobierno ha financiado sus gastos y los servicios de su alta deuda con respecto al resto del mundo y con relación a su PIB.
En el presente, la única esperanza para que los bancos del Líbano eviten su quebranto ante el riesgo de sanciones de la ley antiterrorista (a causa de Hezbollah) y el aislamiento internacional es salir a pedir dinero prestado. Esta situación financiera socava los bancos libaneses, la diáspora no invertirá y los bancos en Beirut quedarán al borde del abismo; por lo tanto, se privará al país y a su gobierno, en franca decadencia económica y aún acéfala su presidencia, del dinero en efectivo que necesita desesperadamente para sostener las estructuras gubernamentales.
Así, mientras el Líbano una vez exhibió un poderoso sistema financiero y bancario y un gobierno que vivía y se sostenía de sus depósitos, ahora comenzará a sentir los efectos de las sanciones financieras por responsabilidad de Hezbollah. Mientras, el grupo terrorista prosperará beneficiándose de la suspensión de las sanciones que, en su tiempo, la comunidad internacional impuso a Irán.
Con este juego de Irán en la política libanesa, el partido de Dios será ahora y de cara al futuro, más poderoso y rico que el propio Estado legal libanés.
Con la muy probable caída de los bancos del Líbano, se estará asfixiando a su gobierno sin afectar en nada a Hezbollah, que continuará recibiendo dinero de Teherán.
Con engaños, la diplomacia iraní ha logrado reinsertarse en la economía mundial. Mientras que el Líbano se convirtió en un país aislado y de pésima reputación por el grupo paramilitar que Teherán financia.
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